La leishmaniasis canina es una enfermedad grave causada por un parásito conocido como Leishmania Infantum.
Los mosquitos son los portadores de este parásito. Se infectan cuando pican a un perro portador del parásito y se lo transmiten a los siguientes perros que pican.
Los insectos transmisores de este parásito pertenecen al género Phlebotomus o Lutzomia.
En España, la época de más expansión va desde el final de la primavera hasta el final del otoño.
Puede darse el caso de que algunos animales contraigan la enfermedad y no presenten síntomas, es decir, que sean portadores asintomáticos durante determinado tiempo en función de su sistema inmune.
Se conocen dos tipos de leishmaniasis canina: visceral o cutánea. Siendo esta última la más frecuente, sus síntomas más comunes son:
- Dermatitis con úlcera o pústula.
- Alopecia.
- Descamación, engrosamiento o despigmentación de la piel.
- Necrosis en orejas.
- Uñas frágiles y con crecimiento anormal.
En el caso de la leishmaniasis visceral, suelen mostrarse vómitos, diarreas, sangrado por la nariz o fiebre. En ambos tipos, tanto en la visceral como en la cutánea, puede presentarse pérdida de peso y apetito.
Y nosotros… ¿Qué podemos hacer?
La mejor arma para luchar contra la leishmaniasis es la prevención, durante todo el año, y especialmente en las épocas en las que el parásito presenta una mayor proliferación.
Administrar la vacuna apropiada para combatir este parásito, administrar, de la misma forma, pipetas y collares que protejan a nuestro perro frente al parásito.
Tenemos diferentes herramientas que nos ayudan, de una manera fácil, a mantener a nuestro perro saludable. Pregunta a tu veterinario para informarte y, por supuesto, si tu perro presenta alguno de los síntomas anteriormente nombrados, no lo dudes, acude a tu veterinario, ya que una detección a tiempo, unos buenos cuidados y tratamientos permitirán a tu perro vivir felizmente durante mucho tiempo.